La Bella y la Bestia.

Eran como la Bella y la Bestia.

Ella era joven, sonriente y brillante como el glitter. Amaba bailar y por sobre todo, amaba leer. Era inteligente e imponía su inteligencia cuando la situación se presentaba. Su esencia era el romanticismo y ser una soñadora innata

Él era joven también, pero mayor que ella. Su inteligencia y atracción era innegable, pero al contrario de ella, sus emociones estaban escondidas por una capa de protección. ¿Miedo a ser herido, quizá? No lo sé y tal vez no lo sepa nunca. Era alto y formado. Carácter imponente y dominante cuando era necesario. Su esencia era la amabilidad, totalmente lejos del egoísmo. Siempre pensando en el resto.

De alguna forma se complementaban, a pesar de que había algunas diferencias, pero no influían en su conexión. Pasaron momento únicos, enseñandose el uno al otro. Compartieron anécdotas y se contuvieron el uno al otro cuando lo necesitaron.

Pero algo cambió. Llego la transformación de la Bestia. Tal como en la historia que todos conocemos, la Bestia debe transformarse para ser feliz, pero tiene un tiempo determinado.
Ésta Bestia era igual (Ojo, no lo llamo "Bestia" porque lo sea, sino por su transformación y porque alguna vez ésta persona hizo la referencia de nosotros como "somos la bella y la bestia". Nada más, no es en forma de insulto), estaba pasando por una transformación o se estaba encaminando a ella.

Tuvieron que alejarse para que su cambio transcurra (de forma correcta, capaz). Porque al fin y al cabo, esa transformación iba a dar como resultado a la mejor versión de esa Bestia, y dejaría de ser la Bestia, para ser la hermosa persona que quería ser (más de lo que ya era).


Su transformación los uniría de nuevo o los alejaría por siempre.
Los cambios llevan tiempo y la paciencia debe predominar.

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