Saltar.

Ellos eran diferentes pero se entendían a su modo.

Él se mostraba frío y distante con casi todos, hasta que lo empezabas a conocer un poco mas, escuchar sus pensamientos, ver su forma de ser y sólo te dabas cuenta que era un armadura por viejas heridas.

Ella era dulce con la mayoría de la gente, menos con él. Con él, su mecanismo de defensa frente a todos era ser distante, pero juntos se complementaban, se equilibraban se transformaban. Solo necesitaban una cosa, una simple cosa... Saltar.

Debían saltar al todo o a la nada. Debían arriesgarse a saltar para saber si volarían o se caerían y en el caso de caerse, averiguar si la caída iba a ser dura o suave,
Debían saltar para conocer la claridad y la oscuridad de la otra persona y así, sólo así descubrir todo de ellos y saber si son la persona indicada.

Juntos eran diferente a lo que mostraban frente a todos. A solas, sabías que había una comodidad y confianza que no habían sentido en mucho tiempo.
Eran de esas parejas disparejas que funcionan a la perfección.

Él le llevaba al menos, cabeza y media o dos cabezas de alto y como mínimo dos cuerpos de ancho. Un cuerpo atlético y bien formado.

Ella era de esas petisas tiernas y bravuconas. con un cuerpo totalmente armonioso de cualquier punto de vista que la veas. Juntos, derrotaban el mundo y rompían los esquemas. Pero necesitaban ese empujón a la vida, ese empujón a saltar.

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