Dos caras de una misma moneda.

Era el olor antes de la lluvia. Ese por invasivo, reconocible, puro y hermoso.
Pero también era el dolor en las noches. Era ese dolor de soledad penetrante, hiriente, que te apuñalaba lentamente y te  abría el cuerpo sin anestesia.

¿Como podía ser cosa tan contradictorias?

Era la calma del mar, el que te relaja, te hace disfrutar, te libera de pensamientos  estresantes.
Pero al mismo tiempo era una tormenta eléctrica, negra, gris y blanca. Con rayos que quemaban y rompía todo a su alrededor. Con la fuerza de un huracán, un terremoto y un tsunami a la vez.

¿Como podía ser aquellas cosas tan calmas y con tanta fuerza a la vez?

Era la timidez de alguien de 12-14. Con esa inocencia casi tonta, pero que te llenaba de dulzura.
Pero en cuanto conocías su persona realmente, podías reconocer la perversión y el deseo que la movían en cada paso. Esa forma de caminar que te enloquecia, como su espalda se enderezaba y sus músculos (o pocos músculos) se movían bajo su piel.

Era la frialdad de la noche en invierno. Ese frío seco que re entraba por la nariz,  te congelaba la garganta y de posaba en tu pecho, invadiendote, dejándote sin nada más que frío.
Pero era la calidez del sol en pleno verano. Esa calidez que rozaba el quemarte. Que no sabías si lo disfrutabas o te molestaba, pero de todas formas te quedabas bajo ese sol brillante, lleno de luz rondando por todos lados.

¿Como alguien te causaba ese remolino de cosas?

Era la libertad del viento cuando viajaba en el auto. Ese que cuando sacas la cabeza por la ventanilla sentís como te golpea la cara, te revuelve el pelo y te decía la boca.
Pero... Era la conservación en cuanto al amor. Mantenía distancia por miedo a ser herida. Tenia su escudo protector, su muralla China, su traje de Juana De Arco para no mostrar que le pasaba.

Era difícil de entender porque siempre te podía sorprender. No

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