Entre flores y espinas.

Entre tanta búsqueda de la felicidad, se perdió ella misma.

Estaba entre medio de un amor marchito y uno restaurandose. Necesitaba tener lo mejor de ambos, pero ¿Como tener lo mejor si son dos amores diferentes?
Sentía que al corazón le habían tirado un puñado de rosas recién cortadas, con las espinas al filo, cortando cada centímetro de su ser.

Las espinas le entraban en el alma, se movían en su cuerpo y rompían cada parte de lo que era.  Su única opción era arrancarlo de raíz, aunque eso implique quemar las rosas, remover la tierra y tirar las semillas a donde no puedan crecer de nuevo.

Todos preguntaban por el amor marchito y el renacido, pero ¿Alguien preguntó por el dolor que le causó cortar las rosas con las manos? ¿Alguien a caso sintió como a ella le corría la sangre tibia por las manos al dejar todo atrás, al pensar en esos dos amores y no pensar en ella? Nos preocupamos por los "sufridos" y no por aquellos que son los encargados de arrancar, terminar, alejar todo.

Nos preocupamos por las flores y no por el jardinero que tiene que arrancar todo aquello que cuido, que regó y que contuvo con todo su cuerpo.

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