Praying

Soy de esas personas que siempre quieren concentrarse, meditar y conectarse con su lado espiritual pero trágicamente siempre está pensando en mil cosas por minuto. Parecía que iba a terminar un fin de semana de estres, para arrancar una semana de estres que mecánicamente venía sobreviviendo hacía ya dos semanas más. Pero mi cuerpo me dirigió directamente al balcón y dejó de ser un domingo cualquiera... 


Un mentado en mis manos y mis pasos a la ventana. Los lentes antireflex le daban una tonalidad verdosa a la luna, me los sacaba y era pálida, brillante y azul. Verdosa, azul, verdosa, azul, verdosa… no, la dejemos azul. En segundo plano se escuchaba a los vecinos cantar anda a saber que, por un lado, por el otro los Grammy. Pero nada importaba, nada me tocaba, excepto ella, la luna.
La mire, me miró, me sonrió. La mire, la escuché, me habló.
Veía su halo expandirse, expandirse y achicarse y en mi charla mental con ella le rogaba que no se haga pequeña, que su luz era hermosa.
-Pocos la notan- me dijo.
-Yo la noto, -le dije- quédate conmigo.
Veía toda su inmensa luminosidad y al mismo tiempo, todos sus cráteres oscuros.
-¿Vos no sos una chica regida por el sol?- Pregunto algo confusa.
-Soy una chica de los atardeceres, de hecho hace poco estaba en la ruta viajando, viendo el atardecer, y de pronto ví su halo, expandirse y achicarse, justo como vos… Pero ahora, justo ahora, me siento a tono tuyo, déjame contemplarte. Estoy pensando en que momento sería bueno comenzar a meditar, está dentro de mis planes de cuándo me mude. Creo que va a ser entre el atardecer y tú aparición, - le respondí confiada, como si hablara con una amiga de toda vida. La mire fijo y sentía su luz bañándome. Cerré los ojos y estaba sobre mi cara, sobre mis párpados, sobre mi córnea y sobre mis pupilas. Me sentía expandida como su halo.
El mentolado se acabó. "¡Vení que suena Kesha!", grito mi mamá.

Fui al baño a quitarme los restos de nicotina de mis dedos y de mi boca, era algo que de ese mal hábito me desagradaba bastante. Cepillo de dientes en mano derecha, mano izquierda en el lavabo, ojos al espejo. Tenía esa perfecta expresión de desconexión, de desconcierto. Las cejas hacia arriba, los ojos brillantes (como cuando acabas de llorar) y la piel blanca, chispeante. Me percate de mi estado y me quedé obervandome, como si no creyera que era yo la que estaba ahí, como si me viera desde otra perspectiva, y mis oídos se invadieron de Kesha, Cindy Louper, Camila Cabello y todas esas mujeres cantando con fuerza “I hope you find your peace falling on your knees, praying” y comprendí que acababa de meditar, de rezar y de comenzar a concentrarme conmigo.

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