Lo que merecemos antes de lo que queremos

¿Querer o merecer? Esa es la cuestión. En realidad, no es ninguna cuestión, antes de querer algo debemos saber que merecemos. Querer es muy simple, pero a la hora de merecer todos se limpian las manos.


Nadie es santo en esta vida, de hecho, somos más propensos a cometer errores que a acertar, porque de los errores es que uno crece. Exigir al mundo, al universo, a Dios o a cualquier ente que creyamos, es muy fácil pero es evidente que lo que deseamos no es merecedor, no en este momento. Si bien no todo queda en manos del destino (un gran porcentaje de que las cosas se cumplan van por nuestras manos, lo queramos ver o no), pero al momento donde dejamos fluir todo podemos ver que ese algo no llega y no porque no te hayas esforzado, sino porque quizá no estás listo a enfrentarlo. 
Saber de ante mano lo que merecemos es una ayuda a encaminarnos a lo que queremos. Una vez sabido que merecemos lo que nos sucede, o no, puede existir el caso en donde no lo merezcamos pero eso implica esforzarse el doble para salir del estancamiento que tenemos, es hora de exigir lo que queremos. 
¿Como saber lo que merecemos? Mirar hacía atrás y ver a cuantos herimos, a quienes herimos, a quienes le hicimos el bien, de que lado estuvimos. Todo tiene cierto balance, de eso se trata todo esto, y recordar de donde venimos y que hicimos nos hace ver si realmente lo que deseamos lo merecemos. Entonces, ¿Merecemos lo que tenemos o podemos exigir más? Eso es lo que cada uno sabe, o debe descubrir. A veces uno sabe que merece más pero no sabe exigirlo y eso también es un descubrimiento. Cuando uno ya sabe que la vida puede darle más pero no sabe como pedirlo, es dejar todo en manos del destino y esa no es la idea. El objetivo es moverse por lo que uno quiere y si el miedo esta de por medio, vencerlo. Uno no puede quedarse con lo que tiene, aún sabiendo que merece más, sólo porque no sabe como decirlo/pedirlo. Es como cuando uno termina una relación; se llora unas horas, unos días, unos meses y después pasa. Y cuando pasa podés hacer un Throwback Time y decir en voz alta todos aquellos defectos que te molestaban de la otra persona y eras consciente pero no lo decías por cierta ceguera, amor, o lo que sea y ahí, justo ahí, decidiste que merecías más. Cuando uno quiere, debe hablar y si la otra persona o la meta del otro lado no está dispuesto a colaborar, entonces no es el momento, el lugar, el año o la persona que te va a dar eso que mereces, que necesitas y que queres. Cuando no hay colaboración del otro lado, se debe abandonar y no por cobardía, sino porque no es nuestro lugar. 


Saber retirarse a tiempo es saber quererse. Aprender a frenar es aprender a merecer, tanto si somos el que da como el que recibe.

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