De pinceladas y poemas, nace un ser

Vincent Van Gogh, Edgar Allan Poe, Amy Winehouse, Michelangelo Merisi da Caravaggio, Jim Morrison, Sofia Coppola, Miguel Ángel, Oscar Wilde, Janis Joplin.
¿Qué tienen en común estos nombres? El arte.


Crearon arte y fueron arte.

En realidad, todos somos arte en mayor o menor medida y en diferentes formas.
Nos movemos entre colores brillantes del impresionismo y un pensamiento surrealista que nos derrite, nos conmueve, nos hace cuestionar.
Hay personas tan alegres que jurarías son como una pintura en arte pop con vida.
Nos cargamos de sentimientos como una habitación decorada en barroco o brillamos en ráfagas de arte moderno.
Están las personas tan frías como una escultura de mármol, tan suaves como la porcelana y tan simples como el yeso. Están quienes son mas naturales, más rústicos como la madera o la piedra.
Las personas son tan diferentes como diferente es la vista del mundo de cada uno.
Algunos se mueven con la melancolía y el corazón roto del blues. Otros van por la vida estilizados y delicados como la música clásica y por qué no, aquellos que tienen una personalidad tan memorable como un buen rock.
Nos movemos en colores pastel, delicados y brillantes, prometiéndote una vida de chispas y champagne como sólo Sofia Coppola puede lograr. Nos llenamos de misterio y suspenso a lo Hitchcock o Lynch.
Somos arte que camina, somos abstractos o minimalistas. Somos complejos, pero no por eso dejamos de ser el retrato grabado en la mente de alguien, la pincelada marcada en un corazón, el movimiento de cuerdas al caminar.



Somos obras de arte porque no cualquiera puede comprendernos, pero quien logre hacerlo, jamás va a olvidarnos.

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