Mochila mental
Después de una corta estadía en una de mis provincias preferidas donde el mayor porcentaje de gente importante en mi vida habita, comprendí la magia de viajar. Voy a usar un término que alguien importante para mi dijo, "mochila mental". Esas dos palabras resumen lo que en un viaje se necesita.
En una foto uno puede guardar los atardeceres, los hilos dorados de la cabellera de un pariente, los dientes relucientes por un chiste familiar. En fin, las fotos expresan lo que es evidente a simple vista, por lo general. Entonces, ¿de que nos sirve la mochila mental? Bueno, es ese archivo que tenemos en el cerebro llamado "momentos de felicidad". Ahí automáticamente van las risas de tus primos, el acento raro que tienen en su provincia, la fiesta inigualable de aquella vez, etc. Digamos resumidamente, todo lo que te hace feliz (también se pueden encontrar alguna que otra noche de borrachera, pero claramente fuiste feliz sino no se encontraría en ese archivo). A medida que uno crece, la mochila mental descarta ciertos momentos que ya no considera importante, pero de alguna forma siempre se encuentra algún pedacito perdido de felicidad antigua que te hace recordar aquel viejísimo momento donde fuiste feliz.
Me volví con una mochila mental rellena de lo mejor que ese lugar me pudo brindar. Y resulta extraño, pero por alguna razón todo lo que me preocupaba en mi casa parecía algo que jamás llegaría, algo que sabía que estaba ahí pero podía ignorarlo. Como si estuviera tan cerca de la felicidad que la ansiedad no podía alcanzarme. En cuanto pisé mi tierra natal, todo aquello que había dejado en Stand By, reapareció. Los "que voy a hacer con X cosa", "¿Se acordará de mi?", "tengo que hacer esto, esto y estas otras mil cosas más".
Mi mochila mental es lo único que me queda ante la situación de ansiedad que me genera el volver a casa, el abandonar ese pedazo de felicidad llamado familia, el dejar atrás noches eternas, días calurosos y jamás estar de mal humor.
Las mochilas mentales son aquello que nos mantiene a flote cuando nos hundimos en nuestros pensamientos. Son esas colecciones de momentos llenos de vida que sabemos que volveremos a repetir.
En una foto uno puede guardar los atardeceres, los hilos dorados de la cabellera de un pariente, los dientes relucientes por un chiste familiar. En fin, las fotos expresan lo que es evidente a simple vista, por lo general. Entonces, ¿de que nos sirve la mochila mental? Bueno, es ese archivo que tenemos en el cerebro llamado "momentos de felicidad". Ahí automáticamente van las risas de tus primos, el acento raro que tienen en su provincia, la fiesta inigualable de aquella vez, etc. Digamos resumidamente, todo lo que te hace feliz (también se pueden encontrar alguna que otra noche de borrachera, pero claramente fuiste feliz sino no se encontraría en ese archivo). A medida que uno crece, la mochila mental descarta ciertos momentos que ya no considera importante, pero de alguna forma siempre se encuentra algún pedacito perdido de felicidad antigua que te hace recordar aquel viejísimo momento donde fuiste feliz.
Me volví con una mochila mental rellena de lo mejor que ese lugar me pudo brindar. Y resulta extraño, pero por alguna razón todo lo que me preocupaba en mi casa parecía algo que jamás llegaría, algo que sabía que estaba ahí pero podía ignorarlo. Como si estuviera tan cerca de la felicidad que la ansiedad no podía alcanzarme. En cuanto pisé mi tierra natal, todo aquello que había dejado en Stand By, reapareció. Los "que voy a hacer con X cosa", "¿Se acordará de mi?", "tengo que hacer esto, esto y estas otras mil cosas más".
Mi mochila mental es lo único que me queda ante la situación de ansiedad que me genera el volver a casa, el abandonar ese pedazo de felicidad llamado familia, el dejar atrás noches eternas, días calurosos y jamás estar de mal humor.
Las mochilas mentales son aquello que nos mantiene a flote cuando nos hundimos en nuestros pensamientos. Son esas colecciones de momentos llenos de vida que sabemos que volveremos a repetir.
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