Nos pertenecemos

¿Cuantas veces hemos prometido pertenecer al otro y que la promesa se rompa? Para algunos demasiadas, para otros casi ninguna. Esto no se trata de corazones rotos ni promesas incumplibles.
¿A quien realmente le pertenecemos, cuando cerramos los ojos e intentamos dormir, o cuando despertamos un domingo de sol?

La única persona a la que estamos entregadas -literalmente en cuerpo, alma y órganos inclusive- es a nosotros mismos. A la única persona que le pertenecemos, por el resto de nuestros días, es a nosotros. Es con quien te levantas, te acostas, desayunas y cenas. Con quien lloras y te enojas, y hasta a quien seducís en la oscuridad de tu habitación, sin miedo, sin pudor y sin vergüenza.
A la única persona que no podemos romperle la promesa del "siempre con vos" es a vos mismo, porque te guste o no, es con quien vas a convivir hasta que fallezcas. Es a quien conoces mejor que nadie, a quien le sabés las heridas profundas y las que están a simple vista, quien sabe como amarte y amar. Quererte es lo mínimo que deberás hacer con vos mismo, más en estos días donde el ojo está puesto en lo que vemos como exterior y nadie se toma el tiempo de revisar más profundo, como un corazón bombeante y un cerebro lleno de información útil e inútil. Vos sos la única persona que sabe exactamente que quiere decir todos tus gestos; tus miradas cómplices, sonrisas insinuantes, respiraciones irritadas, voces cortadas. Todo eso lo sabes vos y nadie más porque te perteneces más que nadie.

Dicen que para amar a alguien, primero debemos amarnos a nosotros y de ésto va el texto. De aprenden a ver nuestros errores y transformarlo en algo que no odiemos, de ver nuestras fortalezas y destacarlas. De tener la capacidad de cambiar aquello que detestamos hacer porque inevitablemente alguna vez nos lo hicieron y no querer caer en eso es intentar ser mejor persona, por vos y por el resto. Le pertenecemos a quien nos mire en el reflejo del televisor apagado cantar a viva voz y que no sienta vergüenza, a quien conozca nuestros secretos y no nos juzgue, a quien nos invite a soñar y explorar lo que podés encontrar en tu cabeza cuando cerras los ojos y apagas la luz (también nos invita a conocernos físicamente y no tememos decirle que no), a quien te lleve a la cima de la montaña por más que sufras del vértigo más grande que haya, a quien te empuje a eso que te da miedo y al mismo tiempo te susurre: "Todo va a estar bien, necesitabas el empujón".


A la única persona que le pertenecemos y nos entregamos 100% es a quién está del otro lado del espejo y es quién deberíamos amar incondicionalmente.

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