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Mostrando las entradas de 2019

El trío del peligro

La disconformidad, aquello que se instala en el cerebro y se expande como un virus por el resto del cuerpo. Te llega al estómago, provocándote náuseas. En la garganta, dejándote sin posibilidad de respirar. En los pies, inquietos por moverse de ese lugar. Pero donde más hace estragos es en la cabeza, provocando ansiedad por querer resolver algo que lógicamente es imposible en ese momento, derrumbando nuestro juicio de espacio físico - temporal. La disconformidad te lleva a ese lugar oscuro de: "Mira donde estas, ¿Cómo llegaste hasta acá? ¿Cómo lo permitiste? ¿Cómo no frenaste antes?" La disconformidad te culpa de sentirte así. La disconformidad es hermana melliza del impulso, lo llama a través de pensamiento obsesivos, convirtiendo todo en peligro, locura y actos suicidas cuando dejamos todo en sus manos. Cuando disconformidad le da el control a impulso es similar a darle un arma a un psiquiátrico: Una pésima idea que pocas veces llegamos a tiempo de frenar. Impuls

5 años en 15 días

5 años. 5 años y una distancia considerablemente grande, tanto física como personalmente. 5 años y un millón de dudas, de sí de no. Viajar siempre nos abre la cabeza y nos crece el corazón. Se cierran dudas, puertas y heridas. Se abren ojos, ventanas y preguntas. Fuí con la egoísta idea de que en el amor hay que expresarlo verbalmente, volví con la certeza de que existen pequeños detalles que no vemos y sin embargo, son un acto de amor. Aprendí a observar, aprendieron a escucharme. Me suelen considerar alguien necesitada de atención hasta que me conocen y comprenden que a mí me es suficiente escuchar una sola vez que sucede en la cabeza de la otra persona. Solo una. Volví reconsiderando mi felicidad, intentando ver las situaciones de otro punto sin la necesidad de dejar que me sobrepasen. Deje de tomar pastillas para dormir, deje de tener insomnio, deje de pensar que hay muchas cosas que "no merezco". Si las merezco, a todas y cada una. A lo que pago por mi cuenta

Cheaters on time.

En la vida de las relaciones todos alguna vez fuimos el engañado o el que engaña. Pero, ¿Que se considera el engaño? Y lo mejor ¿Cómo uno mide que tan grave es el engaño, si se puede solucionar, si es irreversible, etc? Jugamos al gato y al ratón, quién atrapa a quién, quién queda arrinconado, quién queda de rodillas confesando. Quién llora, quién se marcha, quién dá la segunda oportunidad. Las relaciones amoroso- sociales tienen reglas que todos seguimos y nadie sabe quien fue el primero en escribirlas. Engañamos y somos castigados socialmente, no lo admitimos y nos sentimos culpables. ¿Es mas grave un beso o una relación sexual? En definitva ambos implican un movimiento físico (y químico). ¿Los hombres son mas infieles que las mujeres? No, eso lo dudo y hasta lo igualo. Un beso, un tacto, una mirada, un like, un WhatsApp. El juego de probar terreno, de ver hasta donde es capaz la otra persona de ir. ¿Es engaño si no hay un acuerdo de exclusividad? Eso son las relaciones, pregu

El egoísmo de amar(se)

Entre cicatrices y hoyuelos, ahí crecía el amor. Entre celulitis y estrías, ahí se curaba el dolor. Entre un extremo y el otro, ahí estaba la sanación. Manchas, cicatrices, celulitis, pozos, marcas de guerra de quienes fuimos y quienes somos. Destapate, revelate, enfrentate y amate, a quien no le guste que se tape los ojos. Tanto has llorado, tanto lo has intentado. Hoy tu amor propio es tan grande como un bosque e indestructible como el tiempo mismo que te llevó estar acá. Practicas la confianza, le rezas al respeto y prendes una vela por cada vez que tu cuerpo te agradece el amor que le das. Rechazas el pecado de la humillación, castigas a aquellos que predican como debe ser el cuerpo de una persona según sus normas y los mandas a confesar sobre sus propias inseguridades. Un altar, un trono y un ser espiritual, en todo eso te convertiste. Te convertiste en mito, en leyenda, en historiadora y predicadora. Tocaste terrenos físicos y espirituales buscando tu sabiduría y s

In a half reborn: Finale, P3.

Llorar es la bocanada de aire luego de una inundación interna.  Nacemos llorando, buscamos entender, respirar y ser. Nos acostumbramos a la hostilidad del aire y del vivir, nos calmamos, recuperamos y observamos el panorama nuevamente.  Así como buscamos oxígeno, también lo rechazamos en el momento que por decisión propia nos ahogamos. Tocar fondo y observar desde abajo, sentirnos derrotados y autoconvencernos de volver más fuertes, inquebrantables. Volvemos igual, más rotos, más inteligentes, más vacíos. Llorar es reconocer emociones, pero primero, hay que sacarse el abrigo de "los hombres no lloran, las mujeres son más sensibles". Todos necesitamos drenarnos en algún momento. ¿Buscar un poco de oxígeno o aguantar hasta explotar cual represa contenida? Esa es la cuestión. Sobrevivimos a nuestra propia ignorancia, nuestra necesidad de validación, nuestra inmensa infelicidad a costa de que otros estén bien, pero no sobrevivimos a la idea de despojarnos de todo y desnu

In a half reborn: The purple, the marfil and crystal (P2)

Conocer personas siempre es bueno, hasta que las cosas comienzan a ponerse difíciles. Difíciles ahí, donde están lo suficientemente cerca para no olvidarte, pero lo suficientemente lejos para no sentir.. Ahí, en esa distancia que dolía, que tiraba y que lloraba. Ahí,  el lugar preferido. Ahí,  en la torre de marfil donde nadie nos toca, pero que con leves apariciones removían días y resonaban sentimientos, tu lugar. Acá, anhelando, guiando y sugiriendo, sin restricciones como rocío del amanecer.   Acá, comprimiendo, absorbiendo e idealizando lo que fué y no será. Manipulando sentidos, descalibrando ideas, desmembrando momentos. La torre de marfil, la caja de cristal. Observamos y somos observados, pero ¿Hasta que punto? La ceguera de uno, la ilusión del otro se combinan y apropian. Se mezclan, se regeneran.  Las tensiones que se cortan con un parpadeo, el evitar mirarnos, el impulso acumulado hace meses en el que preferimos mirara a un costado, porque si miramos al frente nos e

In a half reborn, P1.

Con la cabeza entumecida y los ojos vibrantes del dolor.  Con el corazón inundado y los oídos zumbantes por la presión. Con el cuerpo cansado y deteriorado comprendí lo que alguna vez me dijeron: "La tristeza es adictiva". Era cocaína hecha lágrimas y creadas por mi misma. Me encaminaba sola al sabotaje y a la adicción de vaciarme, porque eso quería: Vaciarme.  Miraba hacia atrás y no podía encontrar la última vez que fui feliz. Me dolía la ausencia, la presencia, el estar, el no saber a donde caminar y como rearmarme, pero todo aquello que me dolía lo dejaba dentro, porque al fin de cuentas no sabía bien que era "eso" que dolía.  El no amar, el amar demasiado, el amar en secreto y el no ser suficiente para mí me atormentaba de noche en forma de insomnio.  Me dolía él, me dolía yo, me dolían los sentimientos encontrados. Me dolía sentirme como un niño mientras todo mi cuerpo me demandaba madurar. Me dolía su existencia y mi creencia de que jamás po